En las organizaciones es muy habitual utilizar los términos de “Imagen corporativa” e “identidad corporativa” de manera equivalente, y muchos profesionales tienden a confundirse.

Entendamos la identidad corporativa como “el ser” de la compañía, como eso que la hace única a través de sus atributos identificadores y diferenciadores, es el ADN de la compañía y es indispensable tenerla clara antes de comunicarnos con nuestros públicos de interés.

Nuestra identidad corporativa está formada por la cultura y la filosofía corporativas, pero entonces que son estos términos, la cultura es el conjunto de valores y comportamientos no escritos que emplean los miembros de la organización en su entorno laboral día a día y por su parte la filosofía son todos esos principios definidos por la organización enmarcados en su misión, visión y valores corporativos.

Comprendiendo como se construye la identidad corporativa, ahora sí definamos que es la imagen corporativa, se refiere a como nos perciben nuestros públicos de interés, como logramos trasmitir esa identidad que la organización se ha propuesto SER, el mundo ideal es que estas dos logren ser iguales, pero esto no siempre es sencillo, la no claridad en la construcción de mi identidad y el no proteger actos concretos que puedan convertirse fisuras de mi imagen hacen que no se perciba esa imagen que queremos proyectar.

La imagen corporativa tiene una especial importancia para las organizaciones, ya que cuando esta logra obtener valor se convierte en activo intangible para la organización, que proporcionará beneficios tales como, incrementar ventas, incrementar el valor de sus acciones y atraer mejores colaboradores.

¿Ya tienes construida con claridad tu identidad corporativa? ¿Cuentas con un plan de trabajo que te ayude a proyectar tu identidad a tus públicos de interés?

 

Luisa Fernanda Montes
Experta en dirección de comunicación y reputación digital